Avanza El siglo XXI y con él las nuevas tecnologías al servicio de la salud.
Los “big data”, “smart data”, etc nos ayudan a tomar decisiones, la inteligencia artificial, tan de moda, intenta abrirse paso en nuestros centros sanitarios, pero la historia clínica sigue siendo la mejor arma con la que contamos los médicos.
Pasada la pandemia de covid 19 los Otorrinolaringólogos estamos viendo las secuelas que la misma ha dejado: pérdida de olfato, acufenos ó tinnitus, hipoacusias, disfonías,etc.
Las terapias biológicas están buscando un sitio en nuestro arsenal terapeútico, para enfermedades inmunológicas, alérgicas, tumorales, etc.
Los tratamientos mejoran pero a la vez encarecen la sanidad.
Los Otorrinos estamos esperando como agua de mayo el resultado positivo de la experimentación con medicamentos regenerativos del oído, la posibilidad de implantes de órganos a partir de células madre, los tratamientos biológicos para la poliposis recurrente, enfermedad en aumento, que tanto malestar y bajas laborales producen en nuestros pacientes.
Nuestras ciudades y hogares ruidosos, unidos a la utilización continua de dispositivos auditivos para música, están elevando el número de jóvenes con hipoacusias por traumatismo sonoro crónico.
Este mismo ambiente ruidoso afecta a nuestro aparato vocal, con disfonías por mala utilización del mismo en esos ambientes ruidosos, que nos hace forzar las cuerdas vocales.
La robótica acabará extendiéndose en las intervenciones mas delicadas y precisas, ayudando a ser mas finos en nuestras cirugías y rebajando el daño colateral.
Todo un mundo de avances tecnológicos y de investigación aplicada a la medicina cotidiana que nos llevarán a mejorar la salud y la calidad de vida de nuestros pacientes.
Pero no quiero finalizar sin hacer hincapié en la prevención, pilar básico del estado de bienestar, por cuanto redunda en una mayor eficacia de los tratamientos y en una mejor utilización de los recursos que se precisan para una sanidad de este siglo.